viernes, septiembre 07, 2007

Intensidad

Establecer relaciones intensas con las personas es lo más enriquecedor que conozco. El poder dejarlo todo ahí, hablar y realmente sacar lo que se dice desde la piel entera, los sentidos, el aire todo lo que se mueve y se respira. Conversar y mirarse. Sentir las conexiones de los detalles más íntimos. Buscar en las conversaciones esa entrega, ese cuestionamiento.

Buscar encontrarse con la sensación de estar constantemente forzando barreras,
límites, forzando tu cabeza para llegar a algo, forzando los sentidos, forzando las tolerancias..
forzarse uno mismo,
agotarse,
querer prender la televisión y estar solo de lo mucho que te superan las situaciones a veces.
Querer ser absurdo y no sentir que duela.

Llegar a ese punto de miedo, de intensidad. De estar al borde de romper la cáscara, y
no trizarse, sino explotar..
no trizandose, sino explotando.
Hirviendo.

Esa intensidad es la que me mantiene nostálgica y tirante,
y es lo que ansío de quienes me estremecen.
Es una entrega al hablar, al estar. Una entrega abierta a la posibilidad de
crear. De crecer, aprender o deshacerse de tantas imposiciones que uno vive y no
cuestiona. Que deja pasar constantemente, en todo.
En la ciencia, en la política en los amigos.

Siento a veces la necesidad de explotar por la emoción de sentir cómo nos entendemos, cómo
no hay palabras en la lengua, y los gestos y el aire y todas las luces
parecieran guiar un momento
que trasciende a las personas aparentemente involucradas
y que pareciera, por ese instante, fuera a cambiar el mundo.

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